jueves, 19 de noviembre de 2009

La noticia de Rubén

Es una voz de chico. Siento que tocan mi hombro. "¿Cómo estás?" -me dice casi susurrando- Reconozco su voz. Es él. Es Rubén. Su aspecto ha cambiado mucho. Viste muy bien, sonríe. No puedo evitar sufrir un escalofrío por mi cuerpo que intento disimular. Sus ojos están más vivos que nunca. "Me he enterado de que has vuelto"-comenta Rubén intentando interrumpir uno de esos silencios incómodos-. Yo sonrío a la vez que bajo mi cabeza esperando a que me pida un abrazo después de tanto tiempo. "Sí, ya era hora de volver a mi vida de siempre"-dije sin mirar su cara-. Rubén se acerca un poco más. Es increíble su seguridad, su saber estar, su elegancia, su eduación. En ese momento me siento pequeño ante él. Comienza a contar su vida en los últimos seis meses. Parece que todo le ha ido bien. Ha conseguido que los demás, y sobre todo él, aprendan a convivir con el VIH, implicándose en la concienciación de las personas a través de distintas asociaciones para que siempre tomen medidas para evitar el contagio. "Y la vida me ha cruzado con el chico más maravilloso que puede existir, es Daniel, mi pareja"-dijo Rubén- Me sentí muy mal porque a pesar de haber pasado seis meses yo seguía pensando en él. Aún así no podía mostrarme dolido ni decepcionado porque había sido yo quien un día decidió desaparecer durante un tiempo sin querer saber nada de nadie. Vuelvo a mirar la luna. Otra vez observo sus ojos tristes, su nariz achatada, su boca apagada y su mirada perdida como antes. Sigue decepcionada. Siento que las estrellas son un ejército inmenso de furiosos soldados que bajarán a por mí para intentar cazarme y entregarme a ella. Cada vez estoy más agobiado. Rubén sigue comentando que ahora es feliz. Yo intento ser lo más amable posible y termino la conversación pronto. Entro a casa. Rubén se aleja mientras yo le observo desde la ventana. Esa noche la paso pensando en que quizás debía haber apostado por él antes y que me arrepentiría de no haberlo hecho durante toda mi vida. Podría ser que nunca más volviera a aparecer un tren como el que acababa de perder. Busco un libro. Ya estoy en la cama. Lo abro. Lo encontré. Leo este poema de Francisco de Quevedo:

Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

Me pregunto por qué no habré sido valiente por no haber dado el paso de luchar por Rubén, y durante una hora sigo leyendo poemas de amor mientras suelto algunas lágrimas. Decido llamar a mi amigo Pablo. Es muy tarde ya. Son las 4 de la mañana. La fiesta acaba de terminar, así que Pablo se acerca a casa. Allí empezamos a beber. Ya está amaneciendo y nosotros seguimos con nuestros lamentos, nuestros llantos, nuestras risas...
Tres de la tarde del día siguiente. Me despierto. Pablo ya se ha ido. Me duele mucho la cabeza, bebí demasiado. La noticia de Rubén fue dura para mí. Aún así lo único que deseo es que él sea feliz.
El tiempo siguió pasando, y yo aprendí a no tener tan presente a Rubén. Poco a poco se fue normalizando mi situación e incluso mis amigos de siempre, aquellos que habían vivido cómo de pronto un día me volví loco por un tío y rompía con mi novia, empezaron a conocer a chicos con los que salía. Ellos veían que así yo era feliz.
Hasta el momento mis ligues los había conseguido a través de una página de perfiles. Un día decidí entrar a un chat para ver qué me encontraba. Lo cierto es que las conversaciones apenas tenían contenido. Pero me crucé con alguien que llamó mi atención. Tenía 35 años. Se llamaba Nacho. Decía que el amor no existía, que era un invento, un pretexto para intentar dar a la vida un sentido, pero que en realidad todo aquel que vivía creyendo estar enamorado era un ignorante. Se mostraba huraño y reacio a la posibilidad de algún día enamorarse. Charlamos durante varias semanas hasta que le propuse quedar. Él se opuso al principio. Yo le dije que lo peor que podía suceder era que después de quedar tuviera la sensación de haber perdido una hora en su vida, pero que nadie sabía si de ese encuentro saldría al menos una amistad. Nunca había visto su rostro ni él el mío. En realidad me daba igual. Me gustaba charlar con él, y qué más daba si en ese encuentro él se mostraba frío y distante, yo sabía realmente que el verdadero Nacho era el que me hablaba a través de su teclado, qué más daba que fuera más o menos espontáneo conmigo, era algo secundario ya que eso se adquiere con el tiempo. Yo no buscaba pareja ni pretendía que al verle me gustara físicamente o yo le gustara.
16:59 h-- Falta un minuto para las 17:00 horas. Estoy puntual. Nacho vendrá y llevará una camiseta color marrón oscuro. Un chico con camiseta de ese color viene hacia mí. Pasa de largo. No es él. Estoy nervioso. Nunca he quedado con nadie a través de Internet. Pasan ya tres minutos de las cinco. Otro chico viene hacia mí. Debe ser él. LLeva camiseta marrón. Se acerca. Lleva su teléfono móvil en la mano. Mira justo hacia la cafetería de enfrente como buscando a alguien. Suena mi teléfono. Es él. Voy hacía donde está. Estoy nervioso como si en esa cita estuviera en juego mi vida. Quizás era el miedo a verle y perder esa idealización que con las conversaciones había creado en mi mente. Llego adonde está, y le saludo. Se quita sus gafas de sol y sonríe. En ese momento tengo la sensación de que irá bien el encuentro. Es cierto que se nota que es 12 años mayor que yo. Aún así llama mi atención mucho. Pasan tres horas. De pronto, suena mi teléfono... CONTINUARÁ

3 comentarios:

  1. Eres lo peor.....

    Lo sabes, no?

    Jajajajajajajajaja

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  2. muy buena tu historia, ahora tambien me tienes aki jajajaja yo peor que la lepra

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  3. como te dije por la otra página muy bueno lo que escribes, el ritmo y el tono en que lo haces, me he enganchado a tu lectura sigue escribiendo así, y si me permites añadele sensaciones cosas tuyas que te pasen día a día pero que no necesariamente sean del lado de tus preferencias sexuales, tus deseos o tus experienciales en el campo gay seguro que son cruciales pero seguro que en tu cabeza hay mas mundos que estan esperando q un dia escribas de ellos, un saludo majete y animo a seguir escribiendo que me he enganchao jaja un abrazo

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